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Lo demás es silencio.

Historia

Lope de Aguirre, el Peregrino (III)

El 20 de Julio de 1561 la expedición alcanza por fin Isla Margarita. Lope de Aguirre, siempre astuto, coloca a sus heridos y enfermos bien a la vista y esconde bajo la cubierta los soldados y las armas. Con esta aparente imagen de debilidad logra ser recibido por el gobernador de la isla; éste, junto con el alcalde, es inmediatamente capturado y ejecutado días después. Sus cuerpos, exhibidos en mitad de la isla, sirven de advertencia contra todo aquel que pretenda oponerse a Lope y como blanco para sus arcabuceros -un destino que compartirían casi 50 personas durante la estancia de los marañones en la isla-. Los marañones saquean la población y asesinan a algunos vecinos por querer esconder sus armas o propiedades. Aguirre, mostrando de nuevo su ambivalente personalidad, prohíbe las violaciones y ordena que las prostitutas sean encerradas en la cárcel para evitar tentaciones.

La estancia en la isla se prolonga varias semanas. Finalmente las autoridades envían a fray Francisco de Montesinos a la isla, al mando de un navío artillado. Pretenden así acabar con el rebelde, bien por la fuerza o bien haciendo ver a sus propios hombres que es ya hora de dar muerte al tirano. Mas los marañones permanecen leales; Lope de Aguirre planea ya hacerse con el navío de fray Francisco para alcanzar con él Panamá y proseguir con la liberación del Perú. Para ello emplea a Pedro de Munguía, uno de sus más allegados, a quien proporciona armas y hombres dándole la orden de capturar la nave del religioso.

Pero le espera un duro golpe a Lope de Aguirre. El leal Pedro de Munguía deserta junto con toda su tripulación y se une a fray Francisco revelándole los planes de Aguirre. Enteradas las autoridades reales de Venezuela, Panamá y Santo Domingo, ponen en guardia todas las ciudades de la región. Quedan así fuera del alcance de los marañones La Española, Nombre de Dios, Cartagena... ciudades en las que Lope planeaba ya plantar su estandarte.

El 31 de Agosto de 1561 sale Aguirre de Isla Margarita. Guiados ya por la fuerza de la desesperación, doscientos hombres le acompañan, junto con unos pocos caballos, ganado y provisiones. Llegan a la costa y prenden fuego a las embarcaciones –y, con ellas, a toda esperanza de embarcarse de nuevo hacia una dudosa salvación-, para marchar hacia la ciudad de Valencia (Venezuela). Aún viajan dos meses por la jungla; la expedición se arrastra entre la vegetación y el barro, aplastada por el calor y debilitada por las continuas deserciones de soldados que, viendo ya cercana la civilización, no dudan en abandonar al loco Aguirre para esconderse o buscar el perdón real. La mitad de los españoles que embarcaron con Ursúa estaban ya muertos por una causa u otra (y más de 70 por mano del propio Aguirre o por órdenes suyas). A finales de Octubre llegan a la ciudad de Barquisimeto, abandonada apresuradamente por sus pobladores, y la toman. Es entonces cuando las autoridades españoles dan el golpe de gracia al ejército de Aguirre ofreciendo el perdón para quienes le abandonen y vuelvan a jurar fidelidad al rey Felipe. Lope se queda solo. El 27 de Octubre de 1561 se acerca a su hija Elvira y la mata a puñaladas, para evitar que le sobreviva como “hija del traidor y colchón de rufianes”. Rodeado por sus antiguos leales, Lope de Aguirre ve llegar por fin la muerte. Uno de sus marañones le dispara un arcabuzazo, del que ríe Lope: “este tiro no es bueno, soldado”. Otro marañón se adelanta y dispara de nuevo. Herido ya de muerte, Lope de Aguirre aún conserva su aplomo: “este sí”, replica antes de morir.

Un tal Custodio Hernández se lanza sobre el cadáver y lo decapita. Su cabeza, enfundada en una jaula de hierro, fue expuesta durante años en el pueblo de Tocuyo; su mano derecha fue enviada a Mérida y la izquierda a Valencia; el resto del cuerpo fue echado de comer a los perros.

Este fue Lope de Aguirre, el Traidor, el Peregrino, el Loco. Su recuerdo aún permanece muy vivo en algunas de las zonas por las que pasó con sus marañones. Y en algunas zonas de Venezuela, cuando en la noche aparece en la jungla el brillo de los fuegos fatuos, aún hay voces que afirman entre susurros que se trata de las almas de Lope de Aguirre y sus hombres que viajan, viajan sin descanso.


Lope de Aguirre, el Peregrino (II)

El 26 de Septiembre de 1560 la expedición se pone finalmente en marcha. Los españoles, después de haber soportado durante meses la inactividad del campamento, la falta de víveres y las calamidades propias de la selva, se encuentran ya amargados incluso antes de comenzar el viaje. Unos 300 españoles, junto con casi 600 indios y dos docenas de negros esclavos se embarcan finalmente en dos bergantines y nueve chatas –embarcaciones compactas para los caballos y demás ganado-. El plan es descender por el río Marañón, del cual los componentes de la expedición tomarán su sobrenombre –Marañones-, y seguir por el Amazonas en busca del mítico El Dorado. Sin embargo, el día mismo de la botadura siete de las chatas quedan inservibles por defectos de construcción o por la propia acción devoradora del clima de la zona; es necesario retrasarse una vez más para hacer reparaciones, y aún así la expedición debe prescindir de varias embarcaciones, gran cantidad de ganado y provisiones y casi trescientos caballos.

Durante todo este tiempo demostró Pedro de Ursúa una dejadez impropia de un jefe veterano como él. Al igual que muchos otros españoles, que viajaban con sus mujeres o mancebas, Ursúa llevaba consigo a su amada Inés de Atienza. Era Inés mujer hermosa, mestiza, acostumbrada a sobrevivir entre hombres de la única forma en que podía hacerlo una mujer de su tiempo. Vivía con Ursúa desde que éste había asesinado a su anterior compañero en un duelo, muy a la usanza española de la época. Como podrá imaginarse, la presencia de Doña Inés fue una desgracia más para la expedición.

Mientras todo esto tenía lugar, aprovechaba Aguirre para conocer a los miembros de la expedición. Supo valerse de su fama de loco y de las peculiaridades de su carácter para impresionar a unos e intimidar a otros. Conocía el vasco las debilidades del alma humana, y aprovechó las aspiraciones y apetitos de los que le rodeaban para lograr sus propios fines. Su única debilidad era su hija Elvira, una mestiza de madre desconocida a la que trataba de proteger de un mundo que, el lo sabía bien, podía devorarle a uno en un descuido.

A medida que pasaban los meses fue rodeándose de españoles leales a él. Ya al llegar la Navidad de ese año sabía que se conspiraba contra Pedro de Ursúa; supo que Alonso de la Bandera y Lorenzo Zaldueño deseaban los favores de Doña Inés y planeaban conseguirlos deshaciéndose de Ursúa. Aguirre desdeñaba las tentaciones carnales, pero ansiaba acabar con el tibio mandato de Ursúa; por ello conjuró junto con los demás hasta que, tras la misa de Año Nuevo de 1561, Ursúa fue cosido a puñaladas mientras dormía, al grito de "¡libertad!”. Se proclama nuevo gobernador a Fernando de Guzmán, sobre el que sin duda tendría Aguirre la conveniente influencia, mientras que el propio Aguirre asume el cargo de maestre de campo. En la que sería la primera de sus peligrosas leyes, prohíbe a los hombres hablar en voz baja bajo pena de muerte. Doña Inés pasa a ser la amante de Zaldueño, y de varios otros si se dan fe a algunos testimonios. Pero nunca de Aguirre; no eran esos sus intereses.

El propósito de la expedición cambia radicalmente: se olvida la búsqueda de El Dorado para dedicarse a la liberación e independencia del reino de América. Fernando de Guzmán es nombrado rey en una ceremonia entre la solemnidad y el esperpento, y el desafío a España se concreta en la carta que Aguirre dirige al rey Felipe el 23 de Marzo de 1561. La gran mayoría de los soldados y oficiales firman el documento; los que se niegan no tardan en desaparecer o ser ejecutados en público como escarmiento, práctica a la que Aguirre comenzaba a aficionarse.

Había, sin embargo, numerosos desacuerdos entre los españoles. La mayor parte de los soldados se preocupaban más por las penurias diarias –hambre y sed, mosquitos y enfermedades…- que por las luchas por el mando. El poder cambió de manos varias veces: Aguirre y Zaldueño presionan al rey para condenar a muerte a De la Bandera; al poco, el propio Zaldueño es muerto por Aguirre, que no tarda en asesinar al propio rey Fernando de Guzmán… Este juego de locos se repite casi cada día dejando a Aguirre, que parecía fortalecerse con cada traición y asesinato, como líder indiscutible de los marañones. Los indios han muerto en su mayoría, víctimas de los ataques de las tribus hostiles, el hambre y la sed, el paludismo o las ejecuciones arbitrarias de los españoles. Ya muchos de los soldados son presa de la tarumba del equinoccio, esa especie de locura nacida de la soledad, el calor y las penalidades, que enajena a los hombres hasta convertirlos en salvajes o en idiotas. La expedición se ve asediada por el hambre, teniendo que recurrir a los caballos, las botas, los correajes y las alimañas con las que se cruzan en su viaje río abajo. Aguirre decreta pena de muerte para delitos como hablar en voz baja, levantarse de noche, tocar las espadas o permanecer en la popa de las embarcaciones.

Lope de Aguirre se proclama a sí mismo Príncipe de la Libertad y de las provincias de Chile, Perú y Tierra Firme, la Ira de Dios, el Traidor.

En aquellos meses la expedición había alcanzado ya el Atlántico. Aguirre planea convertir en realidad sus sueños de conquista. Y ha puesto su mirada en la paradisíaca Isla Margarita…


Lope de Aguirre, el Peregrino (I)

Entre los soldados de peor fama estaba, como dije, Lope de Aguirre, hombre corta estatura, cojo de heridas recibidas en acción, cenceño y de aire atravesado. En los lugares donde había vivido, especialmente en las regiones del norte del Perú, se le conocía como Aguirre el Loco. Pero lo decían con simpatía y amistad y sin dejar de respetarlo.

Ramón J. Sender, La Aventura Equinoccial de Lope de Aguirre.

Nació Lope de Aguirre alrededor del año 1510 –la fecha exacta se desconoce- en el actual municipio de Oñate, Guipúcoa. Desde joven fue persona inquieta y algo bellaca, que anduvo en andanzas por media España hasta llegar a Sevilla con 21 años. Fue allí donde conoció las historias que Pizarro y otros contaban sobre los fabulosos tesoros que aguardaban a los españoles en Perú y en toda Sudamérica. Rápidamente se enrola hacia el Perú, donde llega sobre el año 1536. Pronto se ve envuelto en una serie de aventuras que incluyen batallas, rebeliones, huidas y condenas... era Aguirre hombre para quien las leyes y costumbres significaban más bien poco, como se demostraría más adelante. En 1544 y los años que siguieron se enfrentó a Gonzalo Pizarro (hermano de Francisco) por defender al primer virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, y las órdenes que éste había recibido de implantar una serie de mejoras en las condiciones de los nativos. Nótese que en aquella época defendía Aguirre las leyes del rey, enfrentándose a enemigos poderosos y jugándose, literalmente, la vida. Recibió dos arcabuzazos en una pierna que le dejaron cojeando de por vida, mientras que sus manos estaban quemadas por la explosión de un arma de pólvora (hay quien dice que había recibido un tercer disparo en la izquierda que se la había dejado medio inútil).

En 1551 acabó por volver a Perú, donde un tal Francisco de Esquivel, juez, le condenó por no respetar las leyes de protección a los indios a ser azotado en público. Aguirre sin duda apreció la ironía de ser condenado por infringir aquello por lo que antes había luchado y sangrado; pero una cosa es la condena y otra la humillación. Que se pueden aguantar heridas en el cuerpo hasta caer muerto; pero las heridas en el orgullo ningún español las soporta. Se cuenta que Aguirre, una vez finalizado el mandato del licenciado Esquivel, le persiguió a pie durante más de tres años –algo se temía ya Esquivel- hasta que dio con él finalmente en 1554 y lo mató a puñaladas mientras dormía.

Por esta acción fue condenado a muerte. Durante un tiempo huye, participa en el levantamiento contra el virrey Antonio de Mendoza –matando al gobernador Pedro de Hinojosa-, vive un tiempo comiendo raíces en una cueva durante un año... Le llega finalmente el perdón en 1560, cuando el virrey Andrés Hurtado de Mendoza amnistía a numerosos indeseables a condición de que tomen parte en una expedición en busca del mítico El Dorado bajo el mando del veterano Pedro de Ursúa. Con la promesa del oro de El Dorado esperaba el virrey deshacerse de las cuadrillas de soldados que, tras los conflictos civiles, no podían –o no querían- ganarse la vida honradamente. Eran estos soldados gente malencarada, harapienta y malhablada, veterana de mil combates; hombres duros como ellos solos y capaces de tumbar un reino entero cuando lograban ponerse de acuerdo para ello, cosa en la que nunca destacamos los españoles. Este sería la tripulación de Pedro de Ursúa... y entre ellos se encontraba Lope de Aguirre, el Loco.


Madres espartanas

En cierta ocasión una madre espartana pedía noticias sobre el resultado de una batalla. Alguien le dijo que todos sus hijos, cinco, habían resultado muertos. "No es eso lo que pregunto -replicó la mujer-, ¿ha vencido Esparta?". Se le dijo que, efectivamente, los espartanos habían salido victoriosos. La mujer alzó la vista diciendo: "en ese caso, demos gracias a los dioses".


Eratóstenes: el poder de la reflexión

En el siglo III a.C. vivía en Alejandría un griego llamado Eratóstenes. Astrónomo, historiador, geógrafo, poeta... tenía una formidable capacidad para el estudio y la reflexión, y fue llamado Beta por alguno de sus contemporáneos por ser el segundo mejor en todas las ramas del conocimiento que cultivó.

Eratóstenes llegó a ser el director de la biblioteca de Alejandría, y fue precisamente allí donde leyó que un palo clavado verticalmente en el suelo en la lejana ciudad de Siena (hoy llamada Asuán) no proyectaba sombra alguna al mediodía del día 21 de junio. Parece un dato irrelevante y sin duda es fácilmente olvidable. Sin embargo Eratóstenes no lo olvidó; al contrario, quiso ir más allá.

Llegado un 21 de junio cualquiera, Eratóstenes clavó un palo verticalmente en Alejandría y esperó. Llegado el mediodía, descubrió que el palo sí proyectaba una sombra. ¿Por qué, entonces, ese mismo palo, en ese mismo instante, no proyectaba sombra alguna en Siena, a 800 km.? ¿Acaso le habían engañado? Eratóstenes, igual que el resto del mundo en aquella época, suponía que la tierra era plana, aunque había sutiles indicios que apuntaban en otro sentido: el mástil de un barco tardaba más en desaparecer tras el horizonte que el resto del barco cuando éste se alejaba de puerto; la sombra proyectada por la Tierra sobre la luna durante un eclipse lunar era siempre redonda y no ovalada o plana, como ocurriría si el planeta fuese verdaderamente plana. Y si la Tierra era plana, dos palos clavados verticalmente en dos sitios cualesquiera del mundo arrojaría la misma sombra a una misma hora, ya que los rayos del sol son paralelos cuando alcanzan la Tierra.

Eratóstenes comprendió entonces que la única explicación posible era que la Tierra fue, efectivamente, redonda. Dedujo también, gracias a su formación matemática, que el tamaño de la sombra sería mayor cuanto más curvada fuera la superficie del planeta. Sabía que la diferencia entre Siena y Alejandría era de 5.000 estadios* (7,86 km.) Sabía también, por la longitud de las sombras en ambos lugares, que la distancia entre estos debía ser de unos siete grados a lo largo de la superficie de la Tierra. Siete grados equivalen a una cincuentava parte del total de la circunferencia de la Tierra, que es de trescientos sesenta grados. De esta forma calculó Eratóstenes que la circunferencia de la Tierra debía ser de 250.000 estadios (5.000 x 50). Posteriormente ajustó esta cifra hasta 252.000 estadios, que son unos 39.614 kilómetros. Actualmente se acepta que la circunferencia ecuatorial de la Tierra es de 40.075 km, lo que significa de Eratóstenes tuvo algo más del 1% de error en su estimación.

Palos, sombras, pasos e ingenio: esas fueron las herramientas con las que Eratóstenes cambió nuestro mundo.

* El estadio egipcio, tomado como base de estos cálculos, equivale a 300 codos de 52,4 cm., 157,2 metros).


"No son mis latigazos lo que temen..."

De 300 me ha sorprendido la tremenda similitud entre cómic y película, igual que me ocurrió ya con Sin City. Los personajes y escenas son calcados, en especial algunas secuencias. ¿Y qué decir de Jerjes, esa reinona "divina" salida del Love Parade de Berlín...? Igual igual que en el cómic, pero, ¿y el Jerjes histórico?.

He aquí al Jerjes del cómic/película:


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Y aquí una imagen del Jerjes histórico (sospecho que en su palacio de Persépolis):

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Francamente... hubiese sido anti-épico que el malo de la película fuese una especie de Borat de 50 años con barbas tipo rabino.


Los españoles, Cortés y los aztecas

Corría el año 1519 cuando Hernán Cortés y sus hombres viajaban por México, elogiando y masacrando a las culturas nativas a partes iguales. Los valerosos españoles habían impresionado convenientemente a los aztecas con sus caballos y sus armas de fuego. Sin duda los aztecas debían sentirse confusos por el modo de actuar de los españoles; y es que, aunque muchos de los nativos (incluido su emperador Moctezuma) creían que los conquistadores eran dioses venidos del este, no faltaba quien veía algo raro en estos dioses. Y así nos veían realmente los aztecas:


Se apoderaban del oro como si fueran monos, con el rostro congestionado. Era evidente que su sed de oro no tenía límites: querían atiborrarse de oro como cerdos. Iban hurgando por todas partes, se llevaban los gallardetes de oro y los trasladaban de un lado a otro, agarrándolos para que no se les escaparan, balbuceando, contándose necedades unos a otros.

Extraído de Cosmos, de Carl Sagan.

¿A cuántas personas mató Jack el Destripador?

Todo el mundo ha oído hablar de Jack el Destripador y, precisamente por ello, casi todo lo que creemos saber de él es... totalmente falso.

Jack aterrorizó Londres durante unas 10 semanas de 1888 (y no durante varios años, como se suele afirmar). Sus primeros crímenes no llamaron demasiado la atención; pero cuando los diarios de la época comenzaron a seguir de forma exhaustiva el caso, Jack se convirtió en lo que hoy llamaríamos un fenómeno mediático. Supongo que la alta sociedad hablaría de sus atrocidades en reuniones informales, con una mezcla de terror y fascinación, mientras los desheredados de los barrios bajos sentirían poca fascinación y sí bastante espanto ante la perspectiva de una nueva calamidad que se unía a las muchas que ya debían abrumarles.

El Destripador se complacía en asesinar prostitutas, movido por sabe dios qué pensamientos y motivaciones. De nuevo gracias al cine nos imaginamos que sus víctimas fueron atractivas jóvenes de labios sonrosados, atacadas por un desalmado en un callejón oscuro... uno casi puede imaginar el hallazgo de las chicas, igualmente bellas tras la muerte y con un pequeño charco de sangre bajo ellas. Pues bien, la realidad fue bien distinta. Las víctimas de Jack fueron pobres mujeres que se veían obligadas a la prostitución para sobrevivir, señoras de mediana edad, entradas en carnes algunas, tuberculosas otras, desdentadas la mayoría, casi todas alcohólicas o en camino de serlo, y, en general, infinitamente menos atractivas de lo que nos sugiere nuestra imaginación. Las escenas del crimen fueron mucho más horribles que las que haya mostrado cualquier película (tal vez Desde el Infierno se aproxime ligeramente a la realidad), y no hay charco de sangre que pueda igualarse a lo que Jack les hacía a aquellas mujeres. La imagen que tenemos de casi todo tiene bien poco que ver con la realidad...

Pero me estoy desviando del tema. ¿A cuántas personas mató Jack el Destripador? Creo que será mejor repasarlas una a una:

- Mary Ann “Polly” Nichols, muerta el 31 de Agosto de 1888. Una prostituta 45 años, alcohólica, asesinada con algún tipo de cuchillo. La primera víctima del Destripador.
- Annie Chapman, “Dark Annie”, prostituta de 46 años, asesinada de forma brutal en el patio trasero de una casa el 8 de Septiembre de 1888. En este crimen ya está presente la firma del asesino, presente en todos los crímenes posteriores (para no entrar en detalles escabrosos, baste decir que el sobrenombre de Jack describe perfectamente sus costumbres). Las heridas parecen hechas con diversos instrumentos, alguno de ellos posiblemente de uso médico. Comienzan las habladurías sobre el asesino...
- Elizabeth Stride, “Long Liz”, prostituta de 45 años. Un vendedor de joyas llamado Louis Diemschutz encontró su cuerpo (aún cálido) en un callejón el 30 de Septiembre de 1888. Generalmente se cree que la llegada de Louis hizo huir al Destripador, que no puso terminar su “obra”. Frustrado, el asesino se encontró esa misma noche con...
- Catherine Eddowes, “Kate Kelly”, también prostituta de 46 años, a la que atacó y mató brutalmente. Dado el estado del cuerpo es de suponer que Jack descargó su cabreo con ella.
- Mary Jane Kelly, “Ginger”, de 25 años (huelga decir que era prostituta, como las demás), asesinada el 9 de Noviembre de 1888. De todas las víctimas, la pobre Mary Jane fue la más castigada por el salvajismo del asesino. Ella fue también la última víctima de Jack el Destripador.

“¿Y ya está?”, exclamará más de uno al leer esta breve lista. Pues sí, ya está. En el Londres de finales del habría sin duda multitud de agresiones, crímenes y asesinatos al cabo del año, igual que ocurre sin duda en toda gran ciudad. Evidentemente, antes y después de los asesinatos aquí mencionados hubo otros, que no tardaron en ser atribuidos a Jack el Destripador por la prensa, la policía, algún lunático o los propios ciudadanos; hasta 13 asesinatos más se le han atribuido en algún momento de la historia. Sin embargo, a lo largo de los años estas cinco víctimas han sido atribuidas con bastante seguridad al asesino en serie más famoso de todos los tiempos. Cinco víctimas, sólo cinco, para forjar toda una leyenda.


Más información:
Una excelente página sobre todo lo referente al Destripador (en inglés): http://www.casebook.org/index.html